Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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miércoles, 29 de junio de 2011

Kidult por Sebastián Wainraich

Idas y vueltas entre el adulto responsable y el costado masculino más infantil

Transcribo al final, una nota que salió en la revista “Ohlalá!” en el mes de Mayo, porque me pareció divertida, creativa y que necesariamente tenemos que responder las preguntas que Wainraich se formula,  porque de acuerdo a ellas: él es adulto, niño y adolescente a la vez.

Pensar que siempre estuvimos tratando de llegar a la edad de más arriba, (adolescentes, adultos, maduros) y siempre nos pareció inoportuno, si cuando éramos adolescentes, nos salían conductas infantiles y ni qué hablar si a un adulto se lo acusa de adolescente. Es más, ya se habla de adolescencia tardía porque se metió en lo que era la adultez.

En fin, quizás la nueva mirada tendría que ser a partir de la convicción de que no existen edades puras sino que son patrones amplios, donde pueden caber todas las actitudes grandes, chiquitas, virtuosas o miserables. Finalmente la combinación y proporción de todas ellas será la riqueza de cada uno.

“Cuando voy a buscar a mi hija al jardín, veo que otros padres están vestidos con traje y corbata. Otros, con zapatos, pantalón y camisa. Yo estoy con un jean gastado y una remera. Y zapatillas. En verano con bermudas y ojotas. ¿Me creo más canchero? ¿Más libre? ¿Quién me creo que soy?

Es difícil mantener una charla en ojotas cuando el interlocutor está en traje. ¿Cómo hago para que me respete? ¿Cómo hago para que me tome en serio? ¿Se puede ser adulto en bermudas y ojotas? ¿Soy un adulto? ¿Cuándo se recibe uno de adulto?

Veamos: Soy padre: adulto. Me cuesta tomar decisiones: adolescente. Fui testigo de casamiento de varios amigos: adulto. No soy bueno manteniendo enojos, se me pasan rápido, hago chistes mientras protesto y así se desvanece la queja: infantil.

Tom Hanks en "Big"
Si pido, por ejemplo mozzarella, pero llega napolitana, no tengo la garra suficiente como para decirle al mozo que se equivocó: infantil. Pago el jardín y la Obra Social: adulto. Voy a reuniones de padres: ¡¡¡Adulto!!! Tengo cenas de pareja: adulto. Voy a terapia: mmmmm… no sé a qué casillero de la vida corresponde analizarse. Tal vez está relacionado con el contenido de la terapia. Si escucharan esos 40 minutos, sacarían la conclusión: adolescente. Cuando mi mujer me habla de los problemas de una amiga, hago chistes: infantil. A veces no los hago, pero los pienso: adolescente. Tengo charlas con mi mujer relacionadas con el futuro, la familia, planear vacaciones: súper adulto. Hablo de política: adulto. Hablo de fútbol: ser humano bien nacido en la Argentina. Encontré un jueguito en el celular y ganar o perder es cuestión de vida o muerte. Me hace feliz batir récords: la más tierna infancia.

¿Quiénes somos? ¿Cuántos somos? ¿Quiénes queremos ser? ¿Quiénes creemos que somos? ¿Cuándo volvemos a ser niños, somos los que fuimos o somos una versión más patética repleta de nostalgia y a destiempo? ¿Y cuando volvemos a ser adolescentes, a dónde volvemos? ¿A una época de confusión o nos las arreglamos para quedarnos con la parte buena de aquellos años?

Hace la vida llevadera ser varios, viajar por el tiempo y recuperar algo de todo el tiempo perdido. Es interesante hacernos preguntas y pensar las respuestas. Pero a veces no hay tiempo para eso. Hay urgencias: hay que pagar las cuentas, hay que trabajar y hay que ir a buscar a la nena al jardín.”


miércoles, 22 de junio de 2011

La Piedra - Senderos para el Alma

El distraído tropezó con ella.

El violento la utilizó como proyectil.

El emprendedor construyó con ella.

El campesino, cansado, la utilizó de asiento.

David la utilizó para derrotar a Goliat.

La Piedad, escultura de Miguel Ángel
Y Michelangelo le sacó la más bella de las esculturas.

En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.

Hay tantas formas posibles de encarar el paso del tiempo que, como con la piedra, dependerá de las decisiones que tomemos para encontrar la forma personal de transitarlo.

jueves, 16 de junio de 2011

Hermana, esposa, madre, empresaria, amiga, sin celulitis…

El mismo día que leí el artículo que figura al pie en el Diario Pagina 12, tuve una consulta de una mujer de 40 años casada, con tres hijos, profesional en relación de dependencia. No paraba de llorar, porque “es mala madre, teme que el marido se canse de ella, y laboralmente no se siente capaz en su cargo. Lamenta no tener casi amigos. Su madre le preocupa porque enviudó hace dos años, y espera que los hijos se hagan cargo de su vida, física y emocionalmente.”

Veamos en términos horarios. Sale de la casa a las 8 hs. y regresa a las 20 hs., los niños son atendidos por una mucama con cama, maravillosa, pero que no le evita la culpa de no ocuparse durante el día y trata de hacerlo al llegar. Sexualmente dice que no es apasionada, y le parece terrible llevar una vida tan sedentaria, pero no tiene voluntad para hacer ejercicios. Y como si esto fuera poco ¡Consulta a la psicóloga!

Mafalda de Quino
¡Basta ya! Ni siquiera se ha dado cuenta qué es lo que tiene más allá de la depresión. ¡Por suerte! Porque quizás así empiece a repensar su vida. Es agobio; ¡qué más le falta para completar el día y sentir que no hace nada bien! Lo terrible de esta situación, es que es bastante más común de lo que pensamos. En determinado nivel socioeconómico, así se vive. Los hombres tienen un respiro a su culpa, porque no están del todo convencidos del rol paterno en el día a día con los niños.

Aquí no habría que eludir el tema de estas mujeres con muchas discusiones con la madre y o el padre que no quieren colaborar en la crianza de los chicos. “Yo ya crié los míos”, dicen las abuelas, huyendo despavoridas.


¿Cómo no morir en el intento? La única acción que se me ocurre es: ELEGIR, modificando viejas creencias a saber:
  • Una buena madre es aquella que le dedica tiempo completo a los hijos.
  • Mi madre va a estar dispuesta a cuidar de mis hijos cuando haga falta, así sea todos los días.
  • Si no trabajo no me realizo como mujer. 
Hay más creencias modificables, pero estas son imprescindibles. Los paradigmas son otros y tendremos que incorporarlos.
  • No necesariamente tendré hijos.
  • Veré de adaptar las necesidades horarias laborales a la crianza de mis hijos.
  • Encontraré la manera de ejercer mi vocación, pero no es mi prioridad.
  • Elijo formar una familia, con todos los riesgos que involucra; por ejemplo, que después de algunos años no funcione y tenga que desarmarla cuando ya es tarde para mi carrera laboral.
  • Mi prioridad es la pareja, porque me estabiliza y eso se irradia al resto de las áreas de mi vida.
Hay muchas más opciones; cada uno tendrá que elegir entre las suyas. Lo que no podemos es pensar con las viejas creencias, la realidad actual.

Reitero que tenemos que elegir, sabiendo que cada elección implica, por lo menos, una renuncia.

jueves, 9 de junio de 2011

La Vocación Humana del dinero

Asistí a una charla interesante en Vocación Humana, que dirige el filósofo Bernardo Nantes, cuyo disertante fue Mario Quintana, presidente de una compañía en la que trabajan 6.000 empleados. Aquí una muy breve síntesis para ayudar a una larga reflexión.

El dinero dejó de tener materialidad en 1930 cuando se abandonó el patrón oro. Hoy es una combinación de datos binarios escritos en una base. El 95% de las transacciones en el mundo no son físicas, sólo se modifican los datos.

Al dejar de ser material para pasar a mental, es ilimitado. Y allí llegamos al extremo del consumo, no ya para las necesidades, sino como pasatiempo “mañana voy de shopping” y es tal el sin sentido de este acto que ya estamos consumiendo no sólo nuestro planeta, sino el de los que vendrán.

Es cierto que con dinero la podemos pasar bien y tapar, hasta un punto, la angustia del vacío que llevamos dentro. Al punto que en algunos casos, sólo la muerte de alguien cercano les sirve de despertador. Pero esto no nos hace más felices; para ser feliz necesitamos un proyecto integrado que tenga un sentido profundo personal.

Deberíamos enfocar nuestro trabajo en el que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, en algo que nos gratifique no sólo económicamente sino que veamos en él que participamos de alguna manera en un proyecto más alto para que algo grande ocurra. No deberímos trabajar en fábricas de armamento si confiamos que eso grande es la Paz; lo mismo con empresas tabacaleras si estamos preocupados por la Salud de las personas.

Además de consumir, el dinero sirve para el ahorro. ¿Cuánto es razonable y cuánto es codicia? Cómo evaluamos la experiencia de nuestros abuelos habiendo pasado distintas guerras. ¿Eran austeros, miserables o temerosos? Ahorro toda la vida y, como niego la idea de la muerte, un día me llega y me toma sin haber decidido qué hacer con tanto ahorro.

Lo otro que se puede hacer con el dinero y que en general se ha mal interpretado y por eso se hace poco, es darlo. Dar al otro que lo necesita nos enriquece a todos. Si doy es porque he recibido y esto me compromete a devolver. Yo no soy solo en el mundo, soy un nudo de relaciones y en la medida que abriendo mi corazón a la forma de mirar a los demás mejoro esa red humana, entro en el círculo de la prosperidad. No nos falta porque ejercitamos el dar y recibir como parte de una misma cosa.

Compartir el pan es sagrado. Los valores son los que se hacen, no los que se declaman.

Ya que el dinero es un gran mediador usémoslo con la responsabilidad de saber que sin un sentido en la vida, sólo nos quedan carencias, temores y soledad.

sábado, 4 de junio de 2011

Reír, reír y reír

 Si bien este informe muestra a las claras la importancia del Humor en la vejez, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer extensiva la necesidad de reír en todas las edades. No “reírse de” sino “con otros” y de nosotros mismos es, a mi entender, la verdadera llave de la felicidad.

Coordine Talleres de la risa, justamente para ayudar a ejercitarla porque entre todas las maravillas ¡contagia!
JAJAJAJAJAJA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

AQUÍ el enlace al informe